Sigilosa y perenne alma en pena, encuentras descanso en esta sagrada tierra que cubre tu lastimera complexión.
Prohibido jardín de los deseos arrastrada sin piedad pereces lentamente en el olvido.
Entre la bruma vigilante de tus males y penas. Brotas con emergencia tus raíces secas.
Capullo flameante de fortalezas ajenas, calma tu brío que la estela égida de tu hastío, culmina en la divina germinación de tu aliento.