Amor que renuevas las plegarias del corazón, lleva mi esperanza entre las hojas marchitas del viejo roble, aunque a veces se confunden como aves migratorias en la superioridad de la complacencia.
No hay más remedio que el amor y más digno de tener un precio que el valor de cada día.
Aprendo del mundo y de su arte de amar. No concibo en mostrar un lado de mi ser que envuelto en sabanas de seda, cubren toda oscuridad.
Espejo sin mancha muestra el retrato vivaz de mi supervivencia e inclina mis hábitos al exilio.
No reveles mis secretos; son como rocas volcánicas con las cuales todo caminante puede tropezar y quemar, incluso yo he tropezado. Mientras tanto entrégame la sapiencia para formar un nuevo idilio, una nueva esperanza, un mejor mañana.